Hubo una vez una pequeña Alma que le dijo a Dios:
¡Ya se quien soy!
Y Dios le contestó:
¡Maravilloso! ¿Quién eres?
La pequeña alma contestó a toda voz.
¡Soy la luz!
Dios sonrió ampliamente:
Así es. Tú eres la Luz.
La pequeña Alma estaba feliz, porque había comprendido lo que todas las almas trataban de entender.
¡Hurra! ¡Esto es fantástico!
Mas poco después ya no le bastaba con saber quien era.
Sentía cierta inquietud en su interior, porque quería Ser lo que Era.
Así, la pequeña alma volvió a hablar con Dios:
¡Hola,
Dios! Verás... es que una cosa es saber Quien Soy y otra muy distinta
es serlo realmente... y yo... Quiero experimentar como Es Ser la Luz.
Más tú ya eres Luz! respondió Dios sonriendo
¡Si, pero quiero saber como se siente serlo! - exclamó la pequeña alma.
Dios le respondió: Yo no creé otra cosa más que lo que tú misma Eres. No hay nada que tú no seas...
¿Cómo? - repuso la pequeña alma inocente, estaba un poco confundida.
Te pondré un ejemplo para que lo comprendas mejor:
Tú
eres como una vela en el sol. Ya estas allí, junto con millones y
millones de otras velas que forman el sol. Y el sol no podría serlo sin
ti, porque le faltaría una de sus velas, y así no podría brillar tanto.
Pero
saber que eres la Luz estando dentro de la Luz... esa parece ser que es
la cuestión. Puesto que no puedes sentir que eres la Luz estando en
ella, te puedes rodear de oscuridad.
¿Qué es la oscuridad?
Es aquello que tú no eres.
¿Tendré miedo de la oscuridad?
Solo
si así lo quieres - respondió Dios - En realidad, no hay nada que
temer, unicamente lo que tú así lo decidas. Porque al Ser Quien Eres,
eres Co·Creadora de lo que quieras experimentar, y lo que sea que tú
inventes, lo que fingas ser, eso será...
¡Ah! - exclamó la pequeña alma, que ya se estaba sintiendo mejor.
Y
para poder experimentar cualquier cosa - continuó explicando Dios - sea
la que sea, se requiere de su opuesto, pues sin él es imposible conocer
como es todo lo demás: es imposible saber lo que es el calor sin saber
que es el frío, ni el arriba sin el abajo, lo rápido sin lo lento. No es
posible saber que es la izquierda sin la derecha, el aquí sin el allí,
el ahora sin el después, ni lo bueno sin lo malo...
Y
así - concluyó Dios - al verte envuelta en la oscuridad, en vez de
temer, enojarte, cerrar el puño y maldecirla, recuerda Quien Eres
realmente, y de ese modo también los demás lo sabrán. Permite que tu luz
brille para que quien lo quiera pueda recordar que también son luz... Y
tu luz brilla cuando tu actitud es la generosidad, la amabilidad, la
creatividad, la paciencia... se te ocurren otras actitudes?
La pequeña Alma quedó en silencio por un instante y luego exclamó:
¡Se me ocurren muchas más! Ayudar a los demás... compartir... y la amistad también... y la gratitud!...
¡Así es! - afirmó Dios - Eso significa ser la Luz.
¡Y perdonar! - exclamó la Pequeña Alma, muy emocionada.
Perdonar.... sí... - aseguró Dios.
Eso es lo que quiero. Quiero perdonar. Quiero experimentarme a mi misma de ese modo.
Más hay algo que debes saber sobre el perdonar... - avisó Dios
La pequeña Alma comenzaba a impacientarse. Parecía que siempre había complicaciones. ¿De que se trata? - suspiró
No hay nadie a quien perdonar!
¿Nadie? ¿Cómo que nadie?... - La pequeña Alma apenas podía creer lo que estaba oyendo.
¡Nadie! - repitió Dios - Todo cuanto hice es perfecto. No hay una sola alma en toda la creación que sea menos perfecta que tú.
Mira a tu alrededor. Todas ellas son Luz y Amor...
Entonces
la Pequeña Alma se dió cuenta de que se había reunido una gran
multitud. De todas partes habían venido almas, porque se había corrido
la voz de que la pequeña Alma sostenía una extraordinaria conversación
con Dios, y todas querían oír lo que decían.
Viendo
a todas aquella incontables almas reunidas, la almita tuvo que
coincidir: nadie parecía ser menos maravilloso, menos magnifico o menos
perfecto que ella misma. Tal era el esplendor de las almas reunidas y
tan brillante era su Luz, que la pequeña Alma apenas podía sostener su
mirada.
¿A quién perdonar entonces? - preguntó Dios
Oh! Yo quería experimentarme como "Quien Perdona". Quería saber como es esa parte de la Luz.
Y, así, supo como es estar triste.
Pero entonces un Alma amistosa salió de entre la multitud:
Yo te ayudo! - le dijo
¿De verdad?... ¿Cómo?... - replicó, con el rostro iluminado.
Puedo darte a alguien para que le perdones.
¿Puedes?
¡Desde luego! - canturreó el Alma amistosa. Puedo ir a tu siguiente vida y hacer algo para que le perdones.
y ... ¿Por qué habrías de hacerlo? - preguntó la pequeña Alma.
Tú
que eres un Ser de tan absoluta perfección y vibras creando una luz tan
brillante que apenas puedo verla... ¿Frenarías tu vibración hasta que
tu luz se haga oscura y densa? ¿tú, que eres tan ligera como para
bailar en las estrellas y desplazarte a la velocidad del pensamiento,
entrarías en mi vida y te volverías tan pesada como para hacerme algo
por lo que yo te perdone?
Lo haría porque te amo - repuso el Alma amistosa.
A la pequeña Alma le sorprendió la respuesta.
Tú hiciste lo mismo por mí. ¿No
lo recuerdas? - le dijo el Alma Amistosa - Hemos bailado juntas muchas veces, durante todos los tiempos y en muchos lugares hemos jugado juntas.
Simplemente no lo recuerdas, mas ambas hemos sido todas las cosas. Ya
fuimos el Arriba y el Abajo, la Izquierda y la Derecha. Fuimos el Acá y
el Allá, el Ahora y el Después, fuimos lo Masculino y lo Femenino, lo
Bueno y lo Malo. Tu y yo ya fuimos la victima y el verdugo. Nos
hemos reunido muchas veces, la una dando a la otra la oportunidad exacta
y perfecta para expresar y experimentar Quienes Somos Realmente. Así
que llegaré a tu próxima vida y seré lo "malo" -añadió el Alma Haré
algo realmente terrible, y entonces podrás experimentarte como "Quien
Perdona".
¿Que harás? - preguntó la pequeña Alma, un poco nerviosa.
¿Que puede ser tan terrible?
Oh, ya pensaremos en algo - replicó el Alma amistosa, con un guiño. Segundos después, murmuró: Más tienes razón en algo.
¿En qué? - quiso saber la almita.
Tendré
que frenar mi vibración y hacerme muy pesada para poder hacerte ese
daño. Y para ello tengo que convencerme completamente de que soy alguien
muy diferente a quien realmente soy. Por eso te pediré un favor a
cambio.
¡Si, lo que quieras - exclamó la pequeña Alma y comenzó a cantar y bailar - Podré perdonar, podré perdonar!
Pero notó que el Alma amistosa seguía muy callada, y quiso más que nunca satisfacer su petición.
¿Qué quieres? - le preguntó. ¿Qué puedo hacer por ti?
En
el momento que te haga daño - repuso el Alma amistosa - Cuando te haga
lo peor que pudieras imaginarte, en ese mismo instante...
¿Que? - interrumpió la Pequeña Alma - ¿Qué...?
El Alma amistosa está aun más seria:
Recuerda quien Soy realmente.
¡Si, así será! - exclamó la pequeña Alma - ¡Te lo prometo! Siempre te recordaré tal y como te veo aquí y ahora.
Eso
espero - repuso el Alma amistosa - porque para poder satisfacer tu
deseo pondré tanto empeño en fingir que olvidaré quien soy. Y si tú no
me recuerdas como soy realmente, no podré volver a acordarme durante
mucho tiempo. Y si olvido quien soy, incluso tú olvidarás Quien Eres, y
las dos estaremos perdidas. Entonces necesitaremos que venga otra alma
para que nos recuerde a Ambas Quienes Somos.
¡No, no será así! - prometió otra vez la pequeña alma - ¡Te recordaré! Y te agradeceré por darme ese don, la oportunidad de experimentarme como Quien Soy...
Así
lo acordaron, y la pequeña Alma fué hacia una nueva vida, emocionada
por ser la Luz, y por ser esa actitud que se llama Perdonar. Y esperó
ansiosamente poder experimentarse como Perdón y agradecer lo que hiciera
la otra alma para que fuera posible.
En
todo momento de esta vida, cada vez que apareció en escena una nueva
alma, ya fuera que trajese felicidad o dolor (especialmente si traía
pesar), la pequeña Alma pensó en lo que Dios le dijo:
"Recuerda
siempre que unicamente he creado Luz y Amor; y que todo lo demás, es
unicamente lo que tú decidas, lo que sea que tú quieras, así será... "
